IA, ¿aliada o amenaza en la vida estudiantil?
“Dejemos de jugar al policía. Sabemos que los estudiantes usarán la herramienta; nuestro papel es ayudarles a sacarle el mayor provecho”: Mtro. Omar Gutiérrez Peral
La inteligencia artificial (IA) se encuentra en el centro del debate educativo actual. Con herramientas como ChatGPT y Perplexity al alcance de estudiantes, surge una gran discusión: ¿hasta qué punto estas tecnologías enriquecen la experiencia de aprendizaje, y cuándo se convierten en un riesgo que amenaza el desarrollo cognitivo y la ética académica?
Un nuevo capítulo en la evolución de la tecnología educativa
Incluso antes de la llegada del internet, las tecnologías siempre han transformado la manera en que aprendemos. Hoy, la IA ocupa ese lugar como un agente de cambio en las aulas. Su capacidad para generar texto, analizar datos masivos y ofrecer soluciones a problemas complejos ha despertado tanto entusiasmo como preocupación.
Para la Mtra. Jazmín Jiménez Bedolla, coordinadora de Educación Virtual de la IBERO Puebla, la IA es “una herramienta que, bien utilizada, puede ayudar a los estudiantes a desarrollar competencias clave, como habilidades digitales, escritura y comunicación”. Asegura que la IA tiene el potencial de convertirse en un “compañero de aprendizaje” que fomente la creatividad y el crecimiento personal.
Por su parte, el Mtro. Omar Gutiérrez Peral, director de Innovación e Internacionalización Educativa de la Universidad Jesuita, destaca la capacidad de la IA para procesar grandes cantidades de información y extraer patrones útiles, algo que un ser humano difícilmente podría hacer por sí mismo. Sin embargo, ambos expertos coinciden en un punto crucial: el impacto de la IA depende del propósito con el que se utilice.
¿Herramienta o atajo? Los riesgos de un mal uso
Aunque las posibilidades son prometedoras, no se pueden ignorar los riesgos. Entre las principales preocupaciones está el uso de la IA para evitar esfuerzos intelectuales. Jazmín Jiménez señala que algunos estudiantes recurren a estas herramientas para resolver tareas de manera mecánica, sin supervisión ni análisis crítico. “Esto los lleva a desaprovechar la herramienta y a limitar su aprendizaje”, comenta.
Por otro lado, Omar Gutiérrez introduce un enfoque ético al hablar del principio de “no maleficencia”, que implica evitar cualquier daño potencial al proceso educativo. “Si la IA lesiona el desarrollo de procesos cognitivos — como la reflexión o el análisis crítico — , no se debería utilizar. Pero, si potencia habilidades y enriquece el aprendizaje, entonces estamos hablando de un buen uso”.
El rol transformador de los docentes
La adopción de la IA en las aulas no solo implica un cambio y un evidente desafío para los estudiantes, sino también para los profesores. Ambos expertos subrayan que el ejemplo de los profesores es clave para modelar el uso ético y consciente de estas herramientas. Jazmín Jiménez lo describe como “un desafío que invita a los profesores a ser guías”. Según la especialista de la IBERO Puebla, los docentes deben utilizar la IA como un recurso que enriquezca su enseñanza y les permita conectar mejor con sus estudiantes.
Omar Gutiérrez amplía esta idea al proponer ejercicios colaborativos en los que tanto alumnos como profesores interactúen con herramientas de IA. “Por ejemplo, se puede usar ChatGPT para resolver una pregunta compleja en clase y analizar colectivamente las respuestas. Este tipo de prácticas fomenta el pensamiento crítico y enseña a los estudiantes a validar información”, explica.
Además, señala que la transparencia es fundamental. Reconocer abiertamente el uso de IA en la creación de materiales o en tareas académicas ayuda a establecer confianza y a identificar posibles sesgos o errores en las respuestas generadas.
Dependencia tecnológica: ¿riesgo o evolución?
La dependencia tecnológica es una preocupación recurrente en cualquier etapa de innovación. Sin embargo, Gutiérrez Peral plantea una perspectiva interesante: “La dependencia no es necesariamente negativa. Somos dependientes de tecnologías como la escritura, los libros o incluso los anteojos. El problema surge cuando esa dependencia sustituye habilidades esenciales, como la creatividad o el pensamiento crítico”.
Ambos expertos enfatizan la importancia de la supervisión humana para evitar que los estudiantes dejen tomar decisiones importantes a una máquina. “La inteligencia sigue siendo humana. Las herramientas son solo eso: un medio para alcanzar un fin, pero el juicio crítico y ético deben mantenerse en las personas”, asegura Bedolla.
El futuro de la IA en la educación: una oportunidad para innovar
El impacto de la IA en la educación no se limita al presente. Para Omar Gutiérrez, esta tecnología tiene el potencial de cambiar profundamente cómo aprenden los estudiantes y cómo enseñan los profesores. Imagina un futuro en el que las herramientas de IA permitan diseñar experiencias de aprendizaje personalizadas, ajustadas a las necesidades y habilidades de cada estudiante. “Podemos pedirles más porque tienen acceso a recursos que antes no existían. Pero esto también exige de nosotros, como profesores, repensar nuestras estrategias de evaluación”, comenta.
Por otro lado, Jiménez Bedolla destaca que la IA no eliminará profesiones ni reemplazará a los humanos, sino que redefinirá los roles en el ámbito académico y laboral.
“El reto para los estudiantes es desarrollar competencias digitales que les permitan adaptarse a este nuevo escenario. Más que un obstáculo, la IA puede ser un trampolín hacia la innovación”, asegura.
Sin embargo, ambos expertos advierten que la falta de acceso a estas tecnologías podría profundizar la brecha educativa, pues aquellos que sepan usar la IA tendrán una ventaja significativa sobre quienes no la utilicen o no tengan acceso a ella. Esto plantea un desafío ético para garantizar la equidad en el uso de estas herramientas.
Un espejo del sistema educativo
Quizá el aspecto más revelador del uso de la IA en la educación es cómo expone las debilidades del sistema actual. Como señala el director de Innovación e Internacionalización Educativa, el problema no está en la herramienta, sino en el sistema educativo que fomenta la búsqueda del mínimo esfuerzo. “La IA no crea vicios; simplemente los evidencia. Si un estudiante utiliza estas herramientas para evitar trabajar, eso es un reflejo de cómo entiende su paso por la escuela”.
Ambos expertos de la IBERO Puebla coinciden en que la IA invita a replantear la visión de la educación como un proceso de enriquecimiento personal. La clave estaría en cultivar el pensamiento crítico y la ética en los estudiantes, ayudándolos a ver su formación como una oportunidad para crecer y no solo como un trámite.
Conclusión: equilibrio y responsabilidad
La IA en la educación superior no es intrínsecamente buena ni mala. Su impacto depende del propósito y la ética con que se utilice. Para los estudiantes, representa una oportunidad para potenciar sus habilidades y prepararse para un futuro cada vez más digitalizado. Para los profesores, es una invitación a repensar sus métodos de enseñanza y a liderar con el ejemplo.
En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, el verdadero desafío es mantener a la humanidad en el centro de todo. La IA, más que una amenaza, puede ser una aliada poderosa si se usa con responsabilidad, creatividad y sentido crítico.
¿Están los estudiantes y profesores preparados para aprovecharla al máximo? Solo el tiempo dirá si la IA será recordada como un capítulo de innovación o como una oportunidad desperdiciada.
Nota editorial: Se usó inteligencia artificial para el análisis de la transcripción de las entrevistas y propuestas de estructura del presente reportaje.