México 68/18: la memoria a través del arte

Ibero Puebla
10 min readJun 14, 2019

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Editorial: Universidad Veracruzana

Ni un paso atrás, ni un paso atrás,
ni un paso de retorno al ayer, ni la mitad
de un paso en el sentido del ocaso,
ni un paso atrás.
-Pedro Julio Mir

Atravesar el Eje Central Lázaro Cárdenas de la Ciudad de México implica toparse en el camino con la Plaza de las Tres Culturas. En ella, se erige un monumento dedicado a los compañeros caídos durante la tarde del 2 de octubre de 1968. A unos cuantos pasos se ubica la Zona Arqueológica de Tlatelolco, una ciudad fundada como consecuencia del conflicto entre tlatelolcas y mexicas. Justo detrás se ubica la Parroquia de Santiago Apostol, misma que fue construida por los españoles en 1527 con la intención de borrar todo rastro de la grandeza de los vencidos. No obstante, sus bases se edificaron con piedras del Templo Mayor. Hay presencias que son imborrables en la historia universal.

Acasi 51 años de la tragedia en Tlatelolco, diferentes grupos de artistas y activistas continúan la conmemoración ferviente del siniestro. 2 de octubre no se olvida, sentencia la consigna más conocida. Para la opinión pública, el crimen del 68 suele considerarse una fecha de protesta que llega anualmente con el otoño en plenitud. En cambio, para algunas personas, todos los días son 2 de octubre.

Gente como José Manuel Morelos, Abraham Méndez y Alfredo Ayala han mantenido activo el espíritu que rodea al segundo día del décimo mes. Fueron ellos los artífices del libro recopilatorio México 68/18: 100 carteles que se publicó el año pasado y desde entonces no ha descansado en su gira por la República mexicana y el mundo.

La Mtra. María Aurora Berlanga Álvarez, quien es directora del Centro Intercultural de Reflexión y Acción Social (CIRAS) de la IBERO Puebla, formó parte de este centenar de piezas artísticas que comenzaron como una exposición itinerante en varios recintos. De acuerdo con la diseñadora, se trata de un esfuerzo por realizar una evaluación retrospectiva de qué tanto han cambiado –o no– las cosas en nuestro país, además de llevar este acontecimiento histórico a nuevas generaciones.

“Es un referente importante para cualquier comunidad conservar la memoria. Es algo que nos puede orientar acerca de dónde estamos y hacia dónde queremos ir.”

La académica, quien a lo largo de su carrera ha colaborado con varios colegas para crear carteles que proyecten problemáticas sociales, considera de suma importancia que exista un diálogo entre diferentes generaciones. Esto puede proveer una idea integral de lo que ha significado la escritura de la historia a través del tiempo.

Aportación de Aurora Berlanga a “México 68/18: 100 carteles”

Juegos Olímpicos: el contraste

1968. En México, la gente se enamoraba al ritmo de Johnny Dynamo y su éxito Palabras (adaptación al español de Words, tema de Bee Gees). Fue el año en que el entonces Distrito Federal se cubrió de nieve por última vez. La fiebre de los Juegos Olímpicos crecía con el hojear del almanaque, pues se trataba de una cita a la convivencia intercultural pacífica: Sudáfrica fue excluido de la justa por su política de apartheid. Desafortunadamente, no sería la última vez que el odio mancharía el evento más espectacular del mundo.

La Mtra. Aurora recuerda la jornada olímpica desde el impacto hacia su profesión. “Un acontecimiento como ese requería el trabajo y el apoyo de diseñadores que convirtieran ese suceso deportivo en algo que se pudiera comunicar al mundo y diera cuenta de qué imagen quería proyectar nuestro país hacia otros.”

A través de carteles, afiches, esculturas y otras expresiones artísticas, se dio cuenta de una jornada deportiva que sigue siendo recordada como una de las más simbólicas de todos los tiempos. La obra de Lance Wyman fungió como el distintivo visual de esta época que perdurará eternamente en la memoria colectiva.

Diseño de Lance Wyman, obtenido de Sopitas

Pese a la alegría característica de los Juegos Olímpicos, había situaciones que no fueron eclipsadas por las nueve medallas conseguidas por la delegación azteca. Emulando lo ocurrido en Estados Unidos y algunos países de Europa y Asia, la sociedad mexicana confrontó a la administración del presidente Gustavo Díaz Ordaz por una suma de injusticias y cuentas pendientes. Siendo el detonante la intervención de cuerpos policiales al interior del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), obreros, académicos, intelectuales, artistas y padres de familia unieron esfuerzos con los estudiantes que exigieron el futuro que se les prometió desde tiempos revolucionarios.

“Eran ahora los estudiantes, la gente que se estaba formando en las universidades con un pensamiento crítico que estaba haciendo un análisis sobre las cosas que estaban sucediendo en su país y que, con mucha valentía, dijo: ‘esto no puede ser así.’”

Para la académica de la IBERO Puebla, la coincidencia de fechas entre la inauguración de los Juegos Olímpicos y la tragedia del 2 de octubre contribuyó a que perdurase en la memoria histórica hasta nuestros días. El contraste, ineludiblemente, lleva a los mexicanos a asociar una cosa con la otra.

En retrospectiva, la masacre continúa dejando más preguntas que respuestas. La información sigue fluyendo gracias a esfuerzos como el Centro Cultural Universitario Tlatelolco. No obstante, la tarea primordial, considera la Mtra. Aurora, se centra en identificar a los actores principales de esta lucha. “Para la historia de un país es importante que la gente sepa quiénes fueron los protagonistas de ese momento, quién debe cargar con la responsabilidad.” Caudillos, mártires y antagonistas contribuyen a la construcción de una historiografía que impida que un siniestro de esta naturaleza vuelva a ocurrir.

¿Nunca más?

Durante la madrugada del 27 de septiembre de 2014 se dio un enfrentamiento entre elementos de la policía y civiles que abordaban camiones desde Iguala con destino a la Ciudad de México. Estos jóvenes habían iniciado un viaje de cuatro horas y media para integrarse a las manifestaciones del 46º aniversario de la matanza en Tlatelolco. La riña concluyó con la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal ‘Isidro Burgos’ de Ayotzinapa, Guerrero.

El vínculo entre ambos acontecimientos se manifiesta en varios estratos. Los jóvenes que acudieron a la cita con la memoria histórica terminaron convirtiéndose en un nuevo símbolo de resistencia ciudadana y crimen de Estado. Se manifestó el eterno retorno y perpetuó una lucha que no solo clama justicia, sino que busca respuestas claras.

“Están por cumplirse cinco años y todavía no sabemos qué pasó con esos 43 estudiantes. En diferentes momentos se nos ha hablado de diferentes versiones, hasta de una ‘verdad histórica’ que ofende.”

La diseñadora reconoce el papel primordial que juegan las universidades en la formación de mujeres y hombres conscientes y comprometidos con la sociedad. Al mismo tiempo, comprende la necesidad de combatir la indiferencia y la normalización de la violencia.

Instalación conmemorativa en la IBERO Puebla

Al recordar algunas de las actividades realizadas en la IBERO Puebla a manera de solidaridad con el caso Ayotzinapa, la Mtra. Berlanga destaca la raíz del sentimiento de empatía en la comunidad universitaria. “En este caso, lo sentimos más cercano porque somos docentes y trabajamos con estudiantes. Por eso, el lema que convocaba a estas actividades ha sido ‘esos estudiantes también son nuestros estudiantes’”.

La herida de Ayotzinapa pulsa día con día como pocos eventos en la historia reciente de México. Desde aquella fatídica noche de septiembre, las organizaciones civiles han cobijado la lucha de madres y padres que exigen no solo la devolución con vida de sus hijos, sino respuestas claras y convincentes de lo que ocurrió. No hay peor penitencia que la incertidumbre.

Hasta el momento, las acciones tomadas por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador han sido insuficientes y poco han aportado al esclarecimiento del plagio. Por eso, la protesta en torno a esta y todas las injusticias continúa como uno de los principales ejes de inspiración para el arte emergente.

Cartel de María Berlanga para la IBERO Puebla

Arte, ¿para qué?

Durante nuestra formación primaria y secundaria nos enseñan historia y aprendemos a odiarla. Para miles de personas a través del tiempo, esta asignatura ha representado poco más que memorizar fechas, nombres, acontecimientos y otros datos con forma difusa y fondo incierto.

Para Aurora, la diferencia entre aprender historia en los libros y hacerlo a través del arte es clara y precisa: la apropiación. Concebir esta disciplina como “conocimiento a través de indagaciones” nos da un panorama mucho más amplio en la comprensión de la escritura de nuestro pasado.

“Cuando escuchas un verso puede tocar las fibras más sensibles de tu corazón y remitirte a un suceso que alguien más vivió.”

Una forma de hacerlo es a través de la música. La diseñadora tuvo la oportunidad de colaborar con la Escuela de Música Rock a la Palabra, conservatorio que en 2016 publicó un álbum independiente cuya temática giraba en torno a los estudiantes desaparecidos de Guerrero. Bajo el nombre Ayotzinapa Esperanza Abierta, la colección de canciones se convirtió en un testimonio de cómo la comunidad artística reflexiona y concibe su entorno.

Mostrándose orgullosa y entusiasta de las manifestaciones lideradas por jóvenes, la académica de la IBERO Puebla ve en estos recursos expresivos la capacidad de promover mensajes de paz y justicia, pero también de anhelo. “Tal vez sea una visión utópica, pero estoy segura de que también es una función importante de la universidad: conservar la esperanza en que las cosas puedan ser distintas.”

Cartel promocional de María Berlanga

No obstante, también reconoce que el mayor reto para la expresión artística es hacerse presente. En sociedades de consumo donde se busca destacar a través de la estridencia y la disrupción de la cotidianidad, pareciera que poco espacio hay para la reflexión profunda y el pensamiento crítico. Por ello, el trabajo colectivo se ha consolidado como una de las apuestas estratégicas más viables para los nuevos artistas.

“No se trata de presentar la obra de una sola persona, sino que se junten las voluntades para construir un pensamiento que se pueda materializar.”

Además de aportar a la preservación de la memoria histórica con una mirada humana, el arte proyecta un sentido de unidad ante las adversidades. El caso Ayotzinapa ha representado una ola de solidaridad internacional por parte de artistas, pero también de diplomáticos, intelectuales, figuras públicas y organizaciones civiles. Todo esto se ha conseguido gracias a los esfuerzos de mujeres y hombres que, mediante el ejemplo, muestran que la “verdad histórica” es mucho más que una carpeta de investigación abandonada.

Exposición del artista Ai Weiwei en el MUAC de la Ciudad de México

México 68/18: lo que sigue

La Mtra. Aurora Berlanga se siente entusiasmada de pertenecer al centenar de diseñadores y artistas que unieron esfuerzos para formar la exposición itinerante México 68/18 100 carteles, misma que ha sido recopilada como antología por la Universidad Veracruzana.

“Un cartel es un acento en un muro, algo que va a llamar tu atención y que, si es lo suficientemente fuerte en su mensaje y atractivo en su composición, no lo vas a olvidar nunca.”

En sí mismo, el cartel es una herramienta de la publicidad utilizada para difundir información. En tiempos de lo que Giovanni Sartori llamó Homo Videns, la necesidad de impactar a través de la imagen es aprovechada por los profesionales del diseño gráfico para transgredir el orden establecido e invitar a las personas a pensar por sí mismas. En la colección que nos ocupa, estas confrontaciones celebran la diversidad de perspectivas: colores llamativos y oscuros, temáticas humorísticas y dramáticas, tributos al recuerdo y llamados a la justicia. Cada cartel es reflejo de lo que el 2 de octubre representa para su autor.

El Centro Recreativo Xalapeño de Xalapa Veracruz, la Feria del Libro del Zócalo de la Ciudad de México y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara son solo unos cuantos escenarios que han albergado la exposición. Además, este 15 de junio será exhibida en la Academia de Artes y Diseño de Sokei en Tokio, Japón, donde miles de personas podrán conocer las sensaciones provocadas tras medio siglo de memoria histórica. Para Aurora, la oportunidad de conocer las impresiones de un público ajeno a la cultura mexicana resulta gratificante y enriquecedor. México vuelve a dar la vuelta al mundo.

Banner promocional para la exposición en Tokio, Japón
Foto: Grafilia

La diseñadora ve en el horizonte la oportunidad –y obligación– de materializar la realidad a través de nuevos recursos y lenguajes. Comprende que todo ser humano está llamado a la acción en pro de su entorno, por lo que asume esa responsabilidad a través de la creatividad y el trabajo colaborativo.

“Es un compromiso con la sociedad: encontrar todos los medios para que la gente esté informada y no le parezca normal la cuestión de la violencia o la desaparición de una persona. No son cifras, son personas.”

Cada cartel cuenta una historia, la de un joven que se levantó e hizo preguntas. A su alrededor se formaron las historias de otros jóvenes que siguieron su ejemplo. A su vez, les acompañan las historias de sus familias y amistades. Y de la misma manera se escriben nuestras propias historias, de las personas que no estuvimos allí, pero lo tenemos presente en la memoria. Aquellos que nos incorporamos a la lucha, cada quién a su manera, esperando el día en que no se deba luchar más, pues ese será el día en que habremos ganado.

Mtra. María Aurora Berlanga Álvarez, académica de la IBERO Puebla

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Universidad Iberoamericana Puebla

Reportaje: Roberto Pichardo Ramírez

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La Universidad Iberoamericana es una institución jesuita de educación superior en la ciudad de Puebla.

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