Mujeres oaxaqueñas: resignificando territorios

Las comerciantes oaxaqueñas han creado redes de apoyo para apropiarse de los espacios donde han sido vulneradas por la violencia presente dentro de La Central, resignificándolos como mecanismo de resistencia.

Ibero Puebla
8 min readJan 23, 2024
Montaje realizado con material recopilado en las visitas de campo por Elena Tovar.

Nos ubicamos en el suroeste del territorio mexicano. Entre flores, chocolate, pan y quesillo, el Mercado Margarita Maza de Juárez, también conocido como el Mercado de Abastos y desde el vocablo de los locatarios nombrado como La Central, es un espacio en el que a través del intercambio de productos y servicios convergen las ocho regiones: la Cañada, Costa, Istmo, Mixteca, Papaloapan, sierra Sur, sierra Norte y el mismo Valles Centrales; al igual que otros estados como Puebla y el Estado de México. Dicha fusión conforma el bagaje comercial y cultural del territorio.

Para llegar a él, es necesario situarnos espacialmente en la Plaza de la Constitución, mejor conocida como el Zócalo, el cual se encuentra en la zona céntrica de la ciudad. El Centro alberga un conjunto de calles, establecimientos e instituciones que remarcan el contraste de colores, texturas y alturas de la infraestructura urbana, así como el desplazamiento habitacional de los pobladores.

El rumbo llega a la calle Flores Magón pasando por los famosos Portales. En la siguiente esquina del lado izquierdo se encuentra la Casa del Mezcal. Justo en frente se encuentra el Mercado Benito Juárez. Bajando una cuadra más, una cortina de humo con olor a carne se avecina, proveniente del Mercado 20 de Noviembre. Al llegar a la esquina con la calle Francisco Javier Minas, se observan los edificios intervenidos por el arte urbano y la denuncia colectiva.

Al caminar dos cuadras más sobre Minas, esquina con J. P. García, del lado derecho se encuentra un tercer mercado, el de Artesanías, espacio en el que los lienzos son manta, hojalata, barro y lana. Cruzando entre taxis foráneos, urbanos y particulares se llega a Nuño de Mercado, donde se encuentran las grandes bodegas.

Foto: Elena Tovar.

“¡N’hombre! Las calles de aquí son diferentes a las de arriba. Aquí estamos los trabajadores, los que se buscan el pan día a día. Más fácil, aquí estamos los locales, a esto nos dedicamos: trabajar y medio descansar. Los güeros vienen a pasear”, dijo Rufina, comerciante de la zona suroeste del Centro.

Como lo plantean los investigadores Julita Moreno, Andrés Velasco, Maribel Pérez, Christian Martínez y Karina García en su artículo, la distinción entre zonas urbanizadas que son visualmente atractivas y aquellas que se encuentran en las periferias con una estética contraria es el resultado de la segregación residencial. Asimismo, se desarrollan las desigualdades como fenómeno social, situación que se hace presente al pasar del sureste al suroeste de la zona Centro.

Escucha la Central de Abastos de Oaxaca

Poco a poco se visualiza el caminar de los transeúntes que van con los morrales vacíos o vienen bien abastecidos; avanzan por una calle amplia que da inicio a la vendimia. El mercado está conformado por distintas áreas, mismas que son determinadas por los productos y servicios que venden. Para una mejor dimensión de la distribución se tomó como base el mapa de Melissa García, en el cual los referentes son la zona de mercaderes y la zona de tianguis y galera.

Mapa: Melissa García.

Conforme uno se adentra, se hace presente una situación en particular: los comerciantes en su mayoría son mujeres. Madres, hijas, sobrinas y nietas que han heredado el puesto de generación en generación. Es el caso de Eufiria, mujer comerciante de 52 años oriunda de Santiago Apóstol Ocotlán, comparte el rumbo que ha tenido el tablón y sus dos burros en una esquina al interior de la zona A.

Foto: Elena Tovar.

“El puesto era de mis papas, ya [después] me lo dejaron a mí. Mi mamá empezó con su mamá, ya de ahí empecé a los 7 años a acompañar a mi mamá. Desde siempre hemos vendido flores, las cultivamos allá en mi casa. Eso sí: mis favoritas cambian con cada temporada. Ahora está mi hija Marta conmigo”.

Igualmente, Amanda viaja todos los días desde su pueblo, Ayoquezco de Aldama en Zimatlán. No fue su mamá ni su papá quien le dio el puesto, pero sí alguien que estima mucho. “Primero mi suegra vendía aquí, adentro del mercado. Esa herencia me dejó mi suegra. Ella ya murió y ni una de sus hijas venden verdura. Yo soy la que le seguí con el trabajo de ella”.

Foto: Elena Tovar.

La contraparte se presenta cuando hay comerciantes que han roto el estigma familiar como lo hizo Reina, originaria de Cuilápam de Guerrero. Expresó: “Soy la primera mujer de mi familia en ser comerciante en La Central. Vendo los productos que siembran en mi pueblo. Aquí no tengo a ningún familiar, estoy solita. Saliendo adelante para mis hijos. Pero eso sí: tengo amistades de acá del mercado de años. Son mis comadres”

Poco a poco la atmosfera te absorbe y te llama a sumergirte en sus dinámicas. Al recorrer los pasillos y ver los puestos, se aprecia a mujeres riendo, acomodando y cambiando el producto más fresco. Todas platican unas con otras: crean vínculos y redes de apoyo. “Las mujeres aquí nos apoyamos. Por ejemplo, mi comadre llegó en la madrugada, así como otra muchacha. Ellas se quedan en la noche aquí y se van hasta mañana. Se echan el ojo para que no le hagan nada a la otra. Ya sabes cómo es aquí”, comenta Leticia, comerciante en la zona de mercaderes.

Al igual que ella, muchas de las comerciantes entrevistadas concordaban en que, a lo largo de los años, las del puesto vecino se volvían una fuente de confianza y sororidad latente. Como lo respalda el testimonio de Valentina: “Aquí convivo con las compañeras comerciantes, con los comensales. Las mujeres aquí nos apoyamos, nos cuidamos. Cuidamos lo nuestros locales, nos cuidamos de las violencias que nos rodean”.

Observa el tráiler

Al conversar con las 17 mujeres comerciantes provenientes de distintas regiones del estado de Oaxaca, se evidenció que, pese a estar rodeadas de otras mujeres y procurarse mutuamente, las personas externas a la zona o visitantes ocasionales ejercen distintos tipos de violencia. Estas ocurren durante las rutas de desplazamiento, cuando llegan y cuando se van, así como en zonas alejadas a sus puestos.

Se logró identificar las que se presentan con mayor frecuencia: la violencia mercantil o económica se da cuando se les regatea el precio establecido o buscan pagar menos por la falta de cambio; la violencia psicológica, al ser intimidadas por los llamados malandros de los alrededores, mismos que abusan de estupefacientes; y violencia física, la cual se da cuando otros comerciantes o delincuentes generan daños hacia ellas y/o su mercancía.

Según el comunicado de prensa número 597 del INEGI publicado el 19 de octubre del 2023, 67.4% de las mujeres y 54.1% de los hombres de México consideran que es inseguro vivir en su ciudad. Asimismo, se demuestra que Oaxaca aumentó 4.9% la percepción social sobre inseguridad pública de junio a septiembre del 2023.

Foto: Elena Tovar.

Además, la ENDIREH (2021) estima que, en el estado de Oaxaca, 67.1% de las mujeres de 15 años o más han experimentado algún tipo de violencia: psicológica, física, sexual, económica o patrimonial a lo largo de la vida y 39.1% en los últimos 12 meses.

Esto resalta el factor más importante por el cual las personas deciden no asistir o frecuentar la Central: la inseguridad y la presencia de distintas violencias, mencionadas con anterioridad, en los alrededores y dentro del mismo mercado.

Al gráfico Melissa García presentado anteriormente se agregan tres marcadores importantes: zonas inseguras, zonas seguras y el lugar donde se encuentran sus puestos. Es así como las comerciantes evidenciaron los puntos más comunes en los que las agresiones se efectúan. Se presentan entre los pasillos y en las zonas calientes como lo son la exrampa y paradas del transporte público. Estas últimas ubicadas en las calles Riberas del Atoyac, Periférico y Avenida Central.

Mapa: Melissa García.

Sin embargo, han creado un sistema de resistencia basado en la defensa de su derecho a una vida libre de violencia.

“Al principio no nos tomaban en cuenta, eras dos o tres. Ahora que nos juntamos los delincuentes y otras personas ya no nos molestan tanto. Creo que les damos miedo. Como sea, he visto un cambio bueno. Cuando pensé que ya era suficiente de tanto abuso, le dije a mis vecinas [que nos juntáramos]. Como que no querían, hasta que apareció uno de esos que pega y que nos decidimos. Yo me he metido en muchos problemas porque no me dejo, uno tras otro. Pero la verdad sí valió la pena”, afirma Anónima M.

Cuando una va al baño, a caminar o necesita resolver un asunto, su vecina cuida el puesto, y si llegan a preguntar también vende. Los niños que transitan entre los puestos y pasillos son preocupación de todas: los ojos no se les despegan. Son mujeres que han defendido su identidad al posicionarse políticamente en un espacio en el que fueron vulneradas, resisten unas con otras. Hombro a hombro y mandil a mandil.

Foto: Elena Tovar.

Resignifican el territorio que habitan día con día. Es una lucha que no acaba, pero que no están dispuestas a ceder. Han logrado levantarse para crear redes de apoyo entre ellas y cosechar frutos de proclamación, exigencia y respeto colectivo. Son mujeres que con una mano reclaman el lugar que les corresponde y con la otra sostienen el tomate, los nopales, el quesillo o el café. Es más fácil exigir lo que es tuyo cuando te rodeas de personas a las que se les han arrebatado lo mismo.

17 mujeres comerciantes han logrado crear un espacio de acuerdos, tratos e intercambios manchados por distintos tipos de violencia en un territorios digno y seguro para ellas y los suyos.

Montaje realizado con material recopilado en las visitas de campo por Elena Tovar.

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Universidad Iberoamericana Puebla

Reportaje: Elena Alejandra Ramírez Tovar

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Written by Ibero Puebla

La Universidad Iberoamericana es una institución jesuita de educación superior en la ciudad de Puebla.

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