Un gigante con corazón: cómo el futbol femenil se mantiene auténtico

El balompié, cuando lo practican las mujeres, se convierte en una atmósfera de compañerismo y resistencia que va más allá de colores y escudos.

Ibero Puebla
8 min read8 hours ago
Foto: Aina Canales

Cuando estaba de ‘moda’ el grito homofóbico en el futbol mexicano, se llegó a colar incluso en los partidos de futbol femenil y empezaba a infectar ese ambiente, pero se cortó de raíz. Lo que en el masculino sería un miembro amputado del cuerpo que conforma este deporte, en el femenil simplemente se trataba de conservar su naturaleza.

“Nos ha tocado ver que también les gritaban a las mujeres, pero la gente se volteaba y les decía: ‘Aquí no, aquí no vienes a gritar eso. Te callas o te sacamos’”, dice Luz Vari, una de las líderes de la Barra Feminista, un grupo de aficionadas que ha creado una comunidad segura dedicada a mujeres, personas trans y no binaries para compartir el futbol femenil y gestionar idas a los estadios.

El concepto de ‘barrismo’, nacido en Argentina y extendido en toda Latinoamérica, ha crecido en una estrecha relación con la violencia. En los últimos años, ha habido varios casos violentos que tienen como escenario los estadios de futbol de esta región, y como protagonistas a los miembros de grupos de aficionados.

A pesar del vínculo que parece irrompible entre este deporte y la agresividad, lo salvaje y la pasión, existen alternativas y nuevas formas de concebir y entender el futbol. Lo cuenta Luz: se puede respirar de una manera distinta.

La Barra propone un ambiente nuevo y más familiar donde la gente se siente segura de llevar a sus hijos o hijas o de poder ir como parejas no heteronormativas. Para ellas, la rivalidad no tiene por qué tener un sentido violento; de hecho, su vínculo con la Liga MX Femenil nace de un amor más puro y desnudo al balón, antes de poner cualquier bufanda o camiseta.

La Barra Feminista ha estado presente en los partidos de Liga MX Femenil desde su creación en 2017. De los 18 equipos en la competición, la Barra, hasta ahora, ha pisado siete de los estadios que dibujan el mapa de futbol mexicano. Sin embargo, solamente son habituales en las gradas más cercanas a la Ciudad de México, donde vive la mayoría de las integrantes.

El club con el que mejor relación hay es con el América. Comparte Luz: “Es el único club que nos reconoce como grupo de animación, porque barras no hay en el futbol mexicano [risas]”.

Desde el club ya consideran sus lugares para todos los partidos de la fase regular, a veces para venderles los boletos juntas, pero cada vez con más frecuencia es el mismo club el que reparte los boletos para que puedan ir como grupo de animación del equipo. El América las reconoce y las apoya porque creen que el equipo necesita tenerlas cerca.

Luz piensa que cada vez serán más los clubes que quieran fomentar la cultura de afición popular alrededor de sus equipos femenino. Pero ‘barras’ no, continúa bromeando. Lo cierto es que el mote del grupo es una declaración en sí mismo:

“El nombre de ‘barra’ está asociado con todo este concepto del aguante, de lo macho y de la violencia. Lo que nosotras queremos hacer es resignificar este concepto y también crear este nuevo futbol. Estamos diciendo que otro futbol es posible. No son dos deportes distintos, pero sí tienen un contexto diferente. Y también la afición que se ha formado alrededor del futbol femenino es distinta, es mucho más inclusiva”.

Foto: @barrafeministamx

VIDEO: Que las vengan a ver / que las vengan a ver / esas son las mujeres / que hacen el futbol / que yo soñé

En sus prácticas también está el simple acto de hacer comunidad y disfrutar del juego. A las quinielas de cada jornada y a los intercambios en el grupo de Telegram se sumó una dimensión más allá de la conexión digital con la que iniciaron.

El año pasado, varias aficionadas que viven en la Ciudad de México organizaron un viaje a Guadalajara para ver a la Selección Mexicana. Como caída del cielo, sin conocerlas más que por el chat de la Barra, una de ellas abrió las puertas de su casa a las 12 mujeres que viajaban. Por la tarde, el juego. Por la noche, una cena, un par de cervezas y seguir hablando de futbol o la vida. Por la mañana, un desayuno en el mercado y de regreso a la Ciudad de México. Luz no se acuerda del resultado del partido, pero sí recuerda ese momento como uno de los más bonitos que le han tocado vivir desde que sigue tan de cerca el futbol femenil.

El crecimiento efervescente pero constante ha calado tanto en las gradas como en el campo. Para las futbolistas, no es tan diferente al sentimiento que irradian las aficionadas: esa misma autenticidad y esa misma sensación de estar presenciando algo único.

Samantha Simental, jugadora de Rayadas de Monterrey, comparte que su equipo, su gente y el futbol femenino en general le provocan un amor y agradecimiento gigantes. Desde los 16 años ha formado parte del cuadro regiomontano, su único club hasta el momento, al que se refiere como el club que se lo ha dado todo y la ha hecho ser quién es.

Foto: @samysimental15

Le ha tocado vivir el crecimiento de la liga en primer plano y, a la par, su desarrollo como jugadora y persona en uno de los clubes con rol protagónico: tres campeonatos, tres subcampeonatos y el primer récord de asistencia en un partido de liga (en 2018 ante Tigres con 51,211 aficionadas en casa).

La 15 de Rayadas recuerda que al inicio solo juntaban cerca de 100 aficionados en los estadios, mientras que ahora por partido y en diferentes estadios “una entrada regular es de arriba de 2,000”.

Así, la afición se ha convertido en un elemento más para hacer de los partidos algo especial y memorable. Hay algunos que se quedan grabados por el resultado, pero Samy, a pesar de haber sido campeona dos veces y de vivir dos récords de asistencia durante uno de los derbis más pasionales del país, el primer partido que se le viene a la mente al pensar en la importancia del vínculo con la afición es uno aparentemente ordinario.

A simple vista, no tendría nada de especial: una jornada más de liga y en casa; casi un trámite, casi rutinario. Pero faltaba algo: La afición que toca (los tambores) llegó 10 minutos tarde. Durante ese tiempo, que se sintió como una eternidad, el Gigante de Acero se podía sentir vacío y frío. Un Gigante sin corazón, y ellas, solas.

Cuando se llenó el fondo del estadio la cosa cambió por completo. La imagen del inmueble, que de por sí es imponente, cobró vida.

“Es como ‘no manches, qué diferencia cuando va nuestra porra y cuando no’. Para mí eso sí marca el destino del partido y obviamente del futbol femenil… Es la conexión y la cercanía de la gente”.

El estadio se calienta, el ambiente se transforma y lo que una haga trasciende la experiencia personal para convertirse en un rito de unión, en una nueva tradición. La afición, después de ocho años en el máximo circuito del futbol mexicano, se ha convertido en ‘la de siempre’.

A más de 9,000 kilómetros de México se encuentra otro espacio que refuerza el cambio de paradigma. Un giro en la forma de entender y ejercer el poder del deporte más popular del mundo y un espacio que las futbolistas han encontrado para devolver a su comunidad. En Berlín vive una organización sin fines de lucro que utiliza el futbol para crear cambio social a través de diferentes proyectos y en conjunto con distintas organizaciones en — casi — cada rincón del planeta.

En Common Goal, las y los futbolistas juegan un papel fundamental porque son ellas y ellos los que financian los proyecto al destinar el 1% de sus salarios a diferentes causas: desde inclusión LGBT+ y equidad de género hasta acción climática y justicia racial.

De las 147 personas futbolistas que forman parte del movimiento, 76 son mujeres. Aunque ellas son mayoría, su aportación económica está muy por debajo de la de sus colegas varones (muy probablemente debido a las brechas salariales), según datos de la organización.

Gráfica de Aina Canales con datos facilitados por Common Goal.

Desde la organización también comparten que existe una diferencia en cuanto al nivel de implicación. Las futbolistas, además de contribuir económicamente, tienen un rol más activo al participar y proponer proyectos.

Al otro lado del Clásico regio, la evolución no ha ido por un camino tan distinto. Incluso las jugadoras que han venido de fuera, trotamundos que exploran países y culturas a través del balón, también muestran un alto nivel de implicación.

Una de ellas, Alex Chidiac, actual mediocampista del Melbourne Victory FC y exjugadora de Tigres, fue una de las primeras futbolistas en unirse a Common Goal, y también una de las más activas.

Foto: @alexchidiac10

VIDEO: Alex Chidiac visita ISF Cambodia durante sus vacaciones.

La internacional con Australia compartió que su decisión de comprometerse en el ámbito social, con tan solo 19 años cuando jugaba en España, nace de buscar una conexión con su comunidad de origen e impactar en otras:

“Cuando dejas tu país desde tan chica buscas una manera de estar presente, de devolver lo que te han dado”.

No es la única.

Por ejemplo, durante el Mundial Femenino de 2023 nacieron dos proyectos liderados por jugadoras. El primero fue la campaña de salud mental con la selección de Estados Unidos impulsada por Naomi Girma, jugadora de San Diego Wave, en memoria de su amiga y compañera de equipo en la universidad.

El segundo, la iniciativa de compensar las emisiones de carbono de los vuelos de ida y vuelta hacia Australia y Nueva Zelanda con motivos de la Copa del Mundo, propuesto por Sofie Junge Pedersen, futbolista de la Juventus.

Una vez empezado el Mundial, se unieron 43 futbolistas más de cinco selecciones diferentes.

Elvira González-Vallés, directora de comunicación y marca de Common Goal, comenta que el futbol femenino está construyendo sus propias narrativas a partir de la premisa que “hay un espacio distinto y auténtico”.

Pero ¿qué es auténtico en el futbol?

“Es lo más relacionado con los valores en los que se fundamenta el futbol. Lo igualitario, lo comunitario y el espíritu de equipo. Están dando una imagen del futbol más vinculada, diría yo, a sus valores originales. Y lo otro es diverso, es decir, más gente de la que llevamos viendo participa en lo que es el futbol”, contestó.

La identidad que borda el futbol femenil alcanza y acaricia a cada vez más comunidades y personas que se relacionan a través del balón.

En el césped y en las gradas, el futbol femenil pone una mirada distinta. Más allá de marcar la forma de sentir un partido, está marcando una forma de vivir el juego.

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Universidad Iberoamericana Puebla

Reportaje: Aina Canales Haces Cerviño

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Written by Ibero Puebla

La Universidad Iberoamericana es una institución jesuita de educación superior en la ciudad de Puebla.

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